jueves, 7 de enero de 2016

El roscón de este año


Ianus (Jano), era un dios solar de origen etrusco-latino, que poseía la especial facultad de ver con toda claridad, y al mismo tiempo, el pasado y el porvenir, y conocía por tanto el comienzo y el fin de todas las cosas. Esto le ayudaba a regir con sabiduría según las circunstancias del momento. Por ello el dios Jano siempre aparece representado con dos cabezas que miran en sentido opuesto, porque todo pasaje presupone dos lugares, momentos o estados de conciencia: aquel que se abandona y aquel en el cual se penetra.

La figura del círculo va asociada a su nombre pues los romanos concebían por una parte, un tiempo eterno, duradero, cíclico, fuera del alcance humano, y por otra, un tiempo concreto, lineal, para actuar como humanos, para construir la historia. Desde nuestra perspectiva humana, a veces imaginamos el tiempo como algo lineal: todo empieza y todo acaba, nos empuja, aunque no queramos, siguiendo una única dirección. Pero tal vez, el único modo de entender el tiempo consista en pensar que es algo cíclico y causal...

En el "agonium" del 9 de enero, la fiesta propia del dios Jano, los romanos regalaban al dios unas tortas redondas, en forma de rueda que llamaban “janual”, metáfora de anillo del tiempo, como deseo de un buen ciclo anual  y que, con el paso del tiempo, originó lo que hoy conocemos como Roscón de Reyes.  

No volváis a preguntarme por qué cada año preparo el mío…